La cena
La cena
(Italia-Francia, 1998)
Dirección: Ettore Scola.
Intérpretes: Fanny Ardant, Vittorio Gassman, Stefanía Sandrelli, Giancarlo Giannini.
Otra lección de gran cine del maestro Ettore Scola (El baile, La noche de Varennes, Nos amábamos tanto, Una jornada particular). Se trata de una película coral con un restaurante romano como único escenario. Flora (Fanny Ardant), la comprensiva y aparentemente relajada dueña, da la bienvenida a una serie de clientes que, mientras comen y beben, van revelándonos conflictos de muy diversa índole: desde el profesor de filosofía (Giancarlo Giannini) que desea librarse de alumna con la que mantiene un romance secreto hasta la madre mundana y frívola (Stefanía Sandrelli) que se niega a aceptar que su desea quiera ser novica en un convento. En su penúltima aparición en el cine, Vittorio Gassman interpreta a un intelectual que mira la vida pasar desde las barreras. La cámara se mueve constantemente de una mesa a otra, a veces deteniéndose, a veces pasando rápidamente y captando una expresión fugaz o una frase dicha al vuelo.
A pesar de la abundancia de personajes, es una película íntima y que deja en el espectador una agradable sensación de calidez humana y el deseo de volverla a ver pronto. Aquí, la maravillosa secuencia final, cuando el restaurante deja de brindar servicio, unos pocos habituales se quedan a jugar a las cartas con la dueña y algunos empleados, y una pareja de turistas japoneses, con su hijo fanático de los videojuegos, sale a la calle a tomar un taxi:
(Italia-Francia, 1998)
Dirección: Ettore Scola.
Intérpretes: Fanny Ardant, Vittorio Gassman, Stefanía Sandrelli, Giancarlo Giannini.
Otra lección de gran cine del maestro Ettore Scola (El baile, La noche de Varennes, Nos amábamos tanto, Una jornada particular). Se trata de una película coral con un restaurante romano como único escenario. Flora (Fanny Ardant), la comprensiva y aparentemente relajada dueña, da la bienvenida a una serie de clientes que, mientras comen y beben, van revelándonos conflictos de muy diversa índole: desde el profesor de filosofía (Giancarlo Giannini) que desea librarse de alumna con la que mantiene un romance secreto hasta la madre mundana y frívola (Stefanía Sandrelli) que se niega a aceptar que su desea quiera ser novica en un convento. En su penúltima aparición en el cine, Vittorio Gassman interpreta a un intelectual que mira la vida pasar desde las barreras. La cámara se mueve constantemente de una mesa a otra, a veces deteniéndose, a veces pasando rápidamente y captando una expresión fugaz o una frase dicha al vuelo.
A pesar de la abundancia de personajes, es una película íntima y que deja en el espectador una agradable sensación de calidez humana y el deseo de volverla a ver pronto. Aquí, la maravillosa secuencia final, cuando el restaurante deja de brindar servicio, unos pocos habituales se quedan a jugar a las cartas con la dueña y algunos empleados, y una pareja de turistas japoneses, con su hijo fanático de los videojuegos, sale a la calle a tomar un taxi:
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