Intérpretes. Inna Churikova, Vadim Mikhajlov, Nikolai Skorobogatov, Valentina Telichkina.
Esta película es una adaptación de Vassa Zheleznova, obra teatral del escritor Maximo Gorki que narra los avatares de la propietaria de una naviera en el imperio zarista durante los años previos a la Revolución de Octubre. Vassa es una mujer de hierro que maneja con el mismo carácter indoblegable los asuntos de su negocio que sus problemas familiares. Es capaz de convencer a su esposo (Vadim Mikhajlov) para que se suicide con tal de salvar el honor de los suyos, y también de ocultar la muerte de un marinero revolucionario con tal de no echar a perder la inauguración de uno de sus barcos. Sin embargo, detrás de esa apariencia férrea se adivina una mujer sensible, a quien las circunstancias han convertido en el monstruo que es. La película retrata de forma certera las contradicciones de la clase capitalista en ese momento de la historia de Rusia, así como el surgimiento de ideas nuevas que se abren paso a pesar de la represión. Aunque todo el elenco es estelar, Inna Churikova, como siempre, se convierte en el principal foco de atención, esta vez con una interpretación sorprendentemente interior y mesurada, cuando, por las características del personaje, se hubiera podido permitir todo tipo de excesos dramáticos. Visualmente, la película es exquisita, con una espectacular ambientación de interiores art nouveau. No es ni lo mejor de Panfilov ni lo mejor de la Churikova, pero aun así, es el resultado es sobresaliente.
Dirección: David Silverman. Intérpretes: Dan Castellaneta, Julie Kavner, Nancy Cartwright, Yeardley Smith, Albert Brooks.
Dieciocho años después, los Simpson no han perdido su encanto ni su capacidad de escandalizar. Quizás algunos puedan hacerle cientos de objeciones a este primer largometraje protagonizado por la más célebre familia de la maltratada clase media estadounidense, pero a nosotros, que formamos parte de sus admiradores, nos divirtió bastante. Bueno, de acuerdo: es más de lo mismo. Al fin y al cabo, es como si vieras tres episodios seguidos de la serie de televisión, solo que en cinemascope. Pero ¿y qué? El guión está bien concebido, tiene gags ingeniosos y Homero se muestra todo lo estúpido, grosero y políticamente incorrecto que era de esperar. Uno casi lamenta que, al final, el protagonista salve a su comunidad de la catástrofe que él mismo ha provocado y se redima. Secuencia memorable: Bart desnudo, volando en su patineta por las calles de Springfield. Pasamos un rato agradable viéndola.
La decisión (Cuba, 1964) Dirección: José Massip. Intérpretes: Mario Limonta, Daysi Granados, Adela Escartín, Miguel Benavides.
Una película merecidamente olvidada, escrita y dirigida por José Massip. Falsa y pretenciosa, intenta combinar recursos estilísticos de la nueva ola francesa con la denuncia a la discriminación racial y los valores morales burgueses de la Cuba anterior a 1959. El guión incluye poemas de Pablo Neruda leídos en off y una escena en la que un grupo de supuestos actores aficionados interpreta La soprano calva, de Ionesco. Filmada en Santiago de Cuba, sus principales valores están en la fotografía de Jorge Haydú y en la música de Leo Brower. Daysi Granados debuta en el papel de María, una estudiante “casi blanca” que se enamora de Pablo (Mario Limonta), un compañero de estudios "mulato atrasado"
Sólo la simpatía por la joven cinematografía de la revolución cubana puede explicar que el jurado del festival de Karlovy Vary le concediera un premio “a la mejor dirección de actores” (algo que precisamente aquí brilla por su ausencia). La copia que tenemos es bastante defectuosa, pero no se puede pedir más cuando se trata de películas que llevan décadas encerradas en las bóvedas del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos.
Y después de este reto a la paciencia del espectador más magnánimo, dejemos descansar el cine cubano de los 1960 durante unos días...
El otro Cristóbal (Cuba, 1963) Dirección: Armand Gatti. Intérpretes: Jean Bouise, Alden Knight, Bertina Acevedo, Pierre Chaussat, Marc Dudicort, Eslinda Núñez, José Antonio Rodríguez, Agustín Campos, Carlos Ruiz de la Tejera.
En 1962, el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) invitó al director de cine y teatro francés Armand Gatti a realizar una película en La Habana. El rodaje de El otro Cristóbal o Los tambores de Oggún se inició el 22 de septiembre de ese año y se prolongó hasta el 31 enero de 1963. La versión inicial tenía una duración de cuatro horas y media, pero fue reducida a dos para su exhibición al público. Sin embargo, aunque fue incluida en la selección oficial del Festival de Cannes (donde dividió a la crítica y recibió el Prix des Écrivains de Cinéma et de Télévision), nunca fue proyectada comercialmente en Europa. En Cuba, resultó un fracaso absoluto. No podía ser de otro modo, dado el carácter sumamente experimental de la producción.
La trama, esperpéntica y surrealista, transcurre en un país imaginario de América Latina, gobernado por el Almirante Anastasio. Cuando el temido dictador muere, como resultado de su rebeldía ante los designios divinos, llega al Purgatorio (concebido como un gran casino de lujo), entra al paraíso por la fuerza, da un golpe de estado y encierra en jaulas colgantes a Olofi y al resto de las deidades negras del panteón yoruba. Sólo la Virgen de la Caridad queda libre, por hallarse en ese momento en la tierra, y a partir de entonces comienza a ser perseguida. El Almirante Anastasio (cualquier parecido con la realidad actual de América Latina es ¿pura coincidencia?) decide imponer la Nueva Constitución del Cielo: “Artículo primero: En adelante, el Cielo se denominará Infierno”, proclama. “Artículo segundo: Los habitantes del Cielo serán llamados diablos”. Mientras tanto, Cristóbal (Jean Bouise), un marino extranjero, y Julio Bobadilla (Alden Knight), un campesino negro convencido de la importancia de la música del órgano de Manzanillo para estimular la revolución, se convierten en los líderes de un movimiento social que logra derrocar al tirano a ritmo de conga.
La concepción de algunos personajes resulta desconcertante (por ejemplo, la virgen de la Caridad, interpretada por la actriz negra Bertina Acevedo, usa un estrafalario disfraz de gallina). La película es resultado de la mirada de un equipo de cineastas franceses deslumbrados por la cultura popular cubana y excitados por la atmósfera de los años “románticos” de la revolución.
La dirección de fotografía es de Henry Alekan, quien había hecho 15 años atrás La Bella y la Bestia de Jean Cocteau. Los alucinantes y muy teatrales decorados y diseños de vestuario de Hubert Monloup fueron inspirados, sin duda alguna, por las carrozas de los carnavales y por los shows de los cabarés habaneros de la época. La banda sonora de Gilberto Valdés incluye cantos yorubas, sones y canciones de corte bretchiano. Sin duda alguna, este filme de Gatti se adelantó en varias décadas a las tendencias posmodernistas y aún hoy día su utilización del absurdo resulta transgresora y desconcertante, así como su dramaturgia y la teatralidad de la puesta en escena. Algunas escenas se rodaron durante la Crisis de los Misiles.
Hoy día, este filme es una pieza de arqueología casi imposible de encontrar. En Cuba, no volvió a proyectarse públicamente después de 1963; pocos lo recuerdan y menos aún lo han visto. (Nosotros tuvimos la suerte de verlo en 1989, en una proyección privada en una salita del ICAIC). El otro Cristóbal es insólito, irreverente, irrepetible: haber conseguido una copia en DVD es casi un milagro, y verlo nuevamente, una experiencia memorable.
La salación (Cuba, 1965) Dirección: Manuel Octavio Gómez Intérpretes: Josefina Enríquez, Lorenzo López, Blanca Contreras, Teté Blanco.
Seguimos con el cine cubano de principios de 1960. Esta película –de la que uno de nosotros tenía un vago recuerdo– no resultó tan terrible con esperábamos. Se trata de una comedia de costumbres sobre el tabú de la virginidad en las familias cubanas de mediados de los años 1960. Josefina Henríquez se destaca en el papel de una madre autoritaria e intrasigente. Dulce y Amado, los novios, interpretados por los debutantes Blanca Contreras y Lorenzo López, proyectaron frescura y autenticidad. Ella más tarde trabajó mucho en la televisión, pero nunca en roles protagónicos. En cuanto a él, no volvió a verse en la pantalla, pero se le recordará como uno de los “bombones” más apetitosos del cine cubano. Teté Blanco está deliciosa en el episodio de la prostituta que seduce a Amado. Marta Farré e Idalia Anreus tienen a su cargo roles secundarios. Tiene muchos defectos, la edición es arrítmica y el doblaje deja que desear, pero aun así se ve con más interés que muchos de los bodrios que el ICAIC ha estrenado durante las dos últimas décadas.
Manuela (Cuba, 1966) Dirección: Humberto Solás. Intérpretes: Manuela Legrá, Adolfo Llauradó, Olga González, Luis Alberto García.
Cuba, 1958. Una joven campesina (Adela Legrá) se une a las filas del ejército rebelde, en la Sierra Maestra. Su madre murió cuando los soldados de Batista quemaron su bohío y actúa empujada por la necesidad de venganza. Convertida en guerrillera, sufrirá una transformación al conocer al Mexicano (Adolfo Llauradó), un compañero de armas que la enamora y la instruye.
Este cortometraje de Humberto Solás es el antecedente directo de su obra maestra Lucía. La historia es elemental, pero efectiva, y los actores y los extras consiguen una impresionante autenticidad. El contenido político directo y aleccionador de algunos diálogos y cierta ingenuidad al construir la historia (por ejemplo, la facilidad con que los enemigos se rinden en la secuencia final) no impiden que Manuela se siga con interés. Posee encanto, sobre todo por la autenticidad de la protagonista, y contiene pasajes de indiscutible lirismo y fuerza dramática.
El ascendente del cinema novo brasileño (Nelson Pereira Dos Santos, Glauber Rocha, Ruy Guerra) resulta notorio. La cámara en mano de Jorge Herrera, la edición de Nelson Rodríguez y la excelente música de Tony Taño contribuyen a la calidad general. Lo peor: los momentos panfletarios, la barba postiza de Llauradó y el parlamento final de Manuela en medio de sus estertores.
El cartel que utilizamos como ilustración lo hizo Eduardo Muñoz Bachs.
El magnífico cornudo (Italia-Francia, 1964) Dirección: Antonio Pietrangeli. Intérpretes: Ugo Tognazzi, Claudia Cardinale, Bernard Blier, Michèle Girardon, Gian María Volonté.
Como se dice, al ver al fin esta película “matamos el enano”. Cuando se puso en La Habana de los años 1960, no pudimos ir a los cines a verla, porque era prohibida para menores de 15 años. Se trata de una agradable comedia sobre los celos enfermizos, bien ambientada en las calles y en los salones selectos de Roma. Andrea Artusi (Ugo Tognazzi) es un acaudalado fabricante de sombreros que, a causa de su orgullo de macho latino, se ve obligado, casi en contra de su voluntad, a tener una aventura extraconyugal con Cristiana (Michèle Girardon), la esposa de un miembro de su círculo de amistades. Al comprobar la facilidad con que Cristiana engaña a su marido, Andrea comienza a temer que su bella y fiel esposa María Grazia (Claudia Cardinale) haga otro tanto con él. Lo que comienza como una simple sospecha, desemboca en una obsesión incontrolable.
La película tiene buena factura y ritmo, diálogos divertidos e interpretaciones convincentes, en especial la de Ugo Tognazzi como el tragicómico cornudo. Su talón de Aquiles: la escena del striptease imaginario que María Grazia hace sobre una cama, para seducir a los amigos de su marido, es innecesariamente larga y de un erotismo un tanto pasado de moda.
Black book (Holanda-Alemania-Bélgica, 2006) Dirección: Paul Verhoeven. Intérptetes: Clarice van Houten, Sebastian Koch, Thom Hoffman.
Un excelente thriller ambientado en Holanda durante la ocupación alemana. La trama introduce frecuentes puntos de giros que consiguen sorprender al espectador y los personajes tienen una apreciable densidad psicológica. La actuación de Clarice van Houten es el pilar del filme. Como buena parte de las películas holandesas que hemos visto en los últimos años (Carácter, Antonia, Twin Sisters) es sólida y con una factura impecable. Una joya de su género. La empezamos a ver si grandes expectativas y poco a poco nos fue atrapando. La disfrutamos mucho.
Eastern promises (Inglaterra-Canadá-USA. 2007) Dirección: David Cronenberg. Intérpretes: Vigo Mortessen, Naomi Watts, Vincent Cassel, Armin Mueller-Stahl.
Una historia de mafiosos rusos, ambientada en el Londres actual. La trama atrapa, aunque al final incurra en situaciones un tanto inverosímiles y ofrezca soluciones simplistas. El mérito principal está en las caracterizaciones que hacen Mortenssen y Cassel. Buena dirección y fotografía, violencia en dosis generosas y una que otra pincelada melodramática. A fin de cuentas, nada excepcional. Seguimos prefiriendo al Cronemberg de la original y memorable Crash.
Away from her (Canadá, 2006) Dirección: Sarah Polley. Intérpretes: Julie Christie, Gordon Pinsent, Olimpia Dukakis.
Por una vez, opiniones ligeramente divididas:
Opinión A: Sin ser un filme excepcional, aborda un tema interesante, muy importante en la sociedad contemporánea, donde la población tiende a vivir más años, pero también a padecer con más frecuencia la pérdida de la memoria. La historia logra mantenerse fuera del melodrama y las actuaciones de Julie Christie y Gordon Pinsent son eficaces.
Opinión B: Sarah Polley me encanta como actriz, pero todavía está verde como directora. La película es ligeramente aburrida, reiterativa y, hacia el final, desesperante. La interpretación de Julie Christie, como de costumbre, es es muy buena, pero ¡tampoco es para un Globo de Oro!
El Maestro y Margarita (Rusia, 2005) Dirección: Vladimir Bortko. Intérpretes: Anna Kovalchuk, Alexandr Galibin, Oleg Basilashvili, Kirill Lavrov.
Adaptación, en diez capítulos de una hora de duración cada uno, de la novela El Maestro y Margarita, del novelista ruso Mijaíl Bulgákov. Como es tradición en el cine y la televisión rusos, la adaptación es de una fidelidad asombrosa. La producción –cuyo costo se ha estimado en unos cinco millones de dólares–, es una exquisitez por su vestuario, la fotografía (que alterna secuencias en sepia y en colores) y la impactante música de Igor Kornelyuk. Los efectos especiales, sin ser nada del otro mundo, cumplen su cometido.
La historia se desarrolla en dos planos: uno de ellos, la Rusia de Stalin en los años 1930; el otro, la Jerusalén de Poncio Pilatos. Todo comienza cuando el diablo, bajo el nombre Voland y con el aspecto de un elegante caballero extranjero, llega a Moscú para celebrar su baile anual y de paso observar de cerca a la gente que vive en la ciudad bajo un nuevo régimen político. La excéntrica comitiva que lo acompaña en su visita desencadena todo tipo de incidentes sobrenaturales que ponen en jaque las costumbres y la ideología comunistas.
A través de diversas subtramas y de una variada galería de personajes, se satirizan de manera cáustica males como la doble moral, la burocracia, el miedo a lo foráneo, el absolutismo político y la represión de que son víctimas todos los ciudadanos. La acción principal, ambientada en el Moscú estalinista, establece un sugestivo contrapunteo con una atrevida reelaboración de la historia de Ieshua Ha-Notsri (Jesús) y Pilatos.
El personaje del Maestro tiene tintes autobiográficos, pues, al igual que el escritor que termina encerrado en un manicomio después de haber tratado de publicar una novela “inapropiada”, también Bulgákov quemó algunos de sus manuscritos ante la intolerancia y las reacciones adversas de los comisarios de la cultura soviética.
El elenco es extraordinario. Sobresalen Oleg Basilashvili, como Voland, y Kirill Lavrov, como Pilatos, con unas interpretaciones impecables, llenas de sutilezas. La Margarita de Anna Kovalchuk cobra fuerza, sobre todo, a partir de su transformación en bruja. También sobresale Aleksandr Galibin con la cuidadosa caracterización del hermético y atormentado Maestro. Nos encantó de manera especial el trabajo de Aleksandr Abdulov en el jugoso papel de Koroviev, el “secretario” de Satán.
Bulgákov empezó a escribir el primer borrador de El Maestro y Margarita en 1928 y continuó trabajando sobre él, en versiones sucesivas, hasta pocas semanas antes de su muerte, que se produjo en 1940. La obra se publicó por primera vez en 1966, censurada, en la revista literaria Moscú. El texto no vio la luz íntegramente hasta 1973.
Esta no es la primera vez que se adapta el libro. En 1971, Andrezj Wajda hizo una película para la televisión alemana que se basaba en los pasajes dedicados a Poncio Pilatos. En 1972, se rodó una versión cinematográfica italo-yugoslava dirigida por Aleksandar Petrovic, con Ugo Tognazzi y Mimsy Farmer en los roles del Maestro y Margarita. En 1989, el realizador polaco Maciej Wojtyszko hizo una adaptación en cuatro capítulos, para la televisión. En 1994, el director ruso Yuri Kara hizo una nueva versión para el cine.
Varias décadas después de su creación, la novela de Bulgákov sigue resultando polémica y cáustica. En 2006, el museo moscovita dedicado al escritor fue vandalizado por un fanático religioso por considerar que El Maestro y Margarita es propaganda satánica.
Hemos pasado diez noches deliciosas siguiendo las venturas y desventuras de los personajes, pero desgraciadamente ya se acabaron los capítulos. ¿Qué veremos ahora? Quizás otra serie del mismo director, basada en otro clásico de la literatura rusa: El idiota, de Fiodor Dostoievski. También son diez capítulos de una hora… ¡Allá vamos, Mishkin!
Este es el inicio de la secuencia del diabólico baile de máscaras en el que, a petición de Voland, Margarita recibe a los invitados en su calidad de reina:
Intérpretes: Corinne Marchand, Julia Gutiérrez-Caba, Jean-Pierre Cassel, Antonio Casas.
Una grata sorpresa. Esta película de Juan Antonio Bardem, de la que poca gente se acuerda, es quizás una de las creaciones más importantes del cineasta español. La llegada a un pequeño pueblo de provincias de una artista francesa de varietés (Corinne Marchand, la inolvidable Cleo de Agnès Varda) y su ingreso en un hospital a causa de una apedicitis, desencadenan una curiosidad de magnitudes insospechadas en los pobladores del lugar. El médico que la atiende (Antonio Casas), deslumbrado por su belleza y su alegría de vivir, se deja arrastrar por un romance irracional que pondrá de relieve los conflictos de su rutinario matrimonio con Julia (Julia Gutiérrez Caba).
Corinne Marchand y Julia Gutiérrez Caba interpretan a dos mujeres que son como las dos caras de una moneda. Una, moderna, atrevida y ajena al qué dirán; la otra, tradicional, conservadora y testigo y víctima de los chismes y de la mezquindad de quienes la rodean. Jean-Pierre Cassel, como el romántico profesor de francés, simboliza a una nueva España que aún tiene la oportunidad de romper ese círculo vicioso en el que "nunca pasa nada" y escapar en busca de nuevos horizontes. ¿Lo hará?
De todos los filmes que hemos visto de Bardem, este es sin duda uno de los mejores y más redondos. Una historia intensa, con personajes sólidos, que consigue retratar de forma inteligente, crítica y amena la monotonía y la desesperanza de una España profunda que parecía detenida en el tiempo. La copia que tenemos en nuestra colección fue tomada de una trasmisión por televisión, pero es bastante buena.
Los músicos de Gion (Japón, 1953) Dirección: Kenji Mizoguchi. Intérpretes: Michiyo Kogure, Ayako Wakao, Seizaburo Sawazu.
En Gion, un distrito de Kyoto, durante los años de la posguerra, una joven de 16 años llamada Eiko (Ayako Wakao) da sus primeros pasos como aprendiza de geisha. La bella y experimentada Miyoharu (Michiyo Kogure) acepta ser su tutora y enseñarle los secretos de su profesión. El filme desmitifica la idea occidental acerca de las geishas y muestra el duro entrenamientos que estas deben recibir para cotizarse como acompañantes de hombres ricos y poderosos. Miyoharu, una mujer que se niega a entregar su corazón y que actúa en franca rebeldía con lo que se espera de ella, es un personaje sumamente atractivo y complejo, interpretado con solvencia.
La película refleja el enfrentamiento entre las tradiciones centenarias y las nuevas ideas que se abrían paso en la sociedad nipona después de la Segunda Guerra Mundial. Mizoguchi, un gran conocedor del mundo de las geishas (la hermana con quien se crió fue una de ellas), retrata sin idealismo la vida cotidiana de estas mujeres. La fotografía en blanco y negro acentúa el dramatismo de la historia y, por momentos, sus encuadres nos remiten a los antiguos grabados japoneses.
Al ver esta película por segunda vez le descubrimos nuevos matices y subtextos. Lo que seguimos sin entender es por qué el título en español. Los músicos a que se alude en él, no aparecen por ninguna parte.
Cómicos (España-Argentina, 1954) Dirección: Juan A. Bardem. Intérpretes: Christian Galvé, Fernando Rey, Emma Penella, Mariano Asquerino.
Siguiendo nuestro desordenado (cronológicamente) “ciclo Bardem”, vimos la primera película que dirigió este cineasta en solitario, una recreación de la vida un tanto gris y desesperanzada de los cómicos itinerantes en la España de la posguerra. Provenir de una familia gente de teatro permitió a Juan Antonio Bardem retratar con autenticidad y verosimilitud el mundo de los teatros de provincia, las pensiones, los cafés y los viajes en tren de un pueblo a otro. La actuación protagónica de la argentina Elisa Christian Galvé como Ana Ruíz, la dama joven de la compañía teatral, es convincente y sobria. (Aunque el diseño de cubierta del DVD destaque a Emma Penella. en realidad su rol es secundario). Los encuadres y la edición son de primera, y el guión tiene un interesante uso de los comentarios en off de la heroína. Si bien las situaciones pueden resultar previsibles y el argumento cae en lugares comunes de los melodramas de la época, la película tiene una indudable dignidad.
Vals para un millón (Checoslovaquia, 1960) Dirección: Josef Mach. Intérpretes: Jozef Adamovic, Karla Chadimová, Vladmir Ráz.
Esta película, estrenada en Praga el 10 de marzo de 1961, hizo furor en La Habana algún tiempo después y permanece en el recuerdo de mucha gente. Su hermosa banda sonora y su trama juvenil causaron un gran impacto entre los espectadores. Cuenta la historia de dos jóvenes campesinos (él, Franta, es trompetista; ella, Jana, trabajadora de una vaquería) que coinciden en la capital checa durante la celebración de una espartaquiada. El flechazo entre ellos es inmediato, pero las mentiras de Franta para hacerle creer a Jana que vive en Praga, genera un malentendido que los distancia. Por supuesto, en los minutos finales se produce la previsible reconciliación.
Una historia de amor grata y refrescante, muy en el estilo del cine checo anterior a la Primavera Negra de Praga. Aunque de forma indirecta muestra una sociedad “ideal”, lo hace sin explícitos mensajes ideológicos. Los protagonistas, Jozef Adamovic y Karla Chadimová, tenían 20 y 17 años, respectivamente, cuando rodaron la película. La voz de ella la dobló Jaroslava Tvrzniková. Los solos de trompeta que interpreta él, los grabó Ivo Preis.
La vimos con mucho temor, pensando que después de cuatro décadas podría resultar odiosa. Sin embargo, se sigue disfrutando; las actuaciones de la pareja principal son frescas y la música, estupenda. Conseguimos el DVD en Miami, donde fue editado por una firma de dudosa reputación llamada Marakka 2000. Aunque la calidad de las copias de esta empresa suele ser bastante mala, en esta ocasión, para sorpresa nuestra, la imagen resultó muy aceptable.
La virgen de la Caridad (Cuba, 1930) Dirección: Ramón Peón. Intérpretes: Miguel Santos, Diana V. Marde, Matilde Mauri, Francisco Muñoz, Guillermo de la Torre.
Estrenado simultáneamente el 8 de septiembre de 1930 en las seis provincias que había entonces en Cuba, este largometraje silente tuvo una cálida acogida y aún hoy se contempla con respeto y admiración. Su argumento fue escogido a través de un concurso convocado por el periódico habanero El Mundo, y Ramón Peón –un pionero de la cinematografía cubana– tuvo a su cargo la adaptación y la dirección.
La trama está centrada en los amores de Yeyo (Miguel Santos), un joven campesino humilde, y Trina (Diana V. Marde), hija de un terrateniente. El padre de Trina desea casarla con el malvado Guillermo Fernández (Guillermo de la Torre), el hijo de un poderoso ganadero. Cuando Yeyo y su abuela Ritica (Matilde Mauri) están a punto de ser injustamente despojados de su finca La Bijirita, y Trina a un paso de unirse al villano de la historia, el inesperado descubrimiento del título de propiedad de las tierras, que estaba oculto dentro de una imagen de la Virgen de la Caridad, da un giro de 180 grados a los acontecimientos.
La película tiene un inteligente libreto, buenas locaciones en exteriores, secuencias con un magnífico montaje (por ejemplo, la de la carrera de caballos) e interpretaciones que, en una época en que los actores de cine aún era bastante ampulosos, llaman la atención por su mesura.
Uno de los mayores elogios que ha recibido esta singular joya de la cinematografía cubana proviene del historiador francés George Sadoul, quien se entusiasmó al descubrirla y declaró: “He recibido una grata sorpresa con La virgen de la Caridad, una película silente de mucha calidad, que puede calificarse de neorrealista. He observado toda la producción de Argentina y Brasil correspondiente a los años de esta película cubana y no hay en aquellos países nada superior. Excelente por la actuación de los artistas, la dirección, el montaje y el decorado natural”.
El fotógrafo Néstor Almendros escribió que Ramón Peón era “un artista visual, un narrador de excepcional talento”, y lo denominó “el Griffith cubano”.
La cena (Italia-Francia, 1998) Dirección: Ettore Scola. Intérpretes: Fanny Ardant, Vittorio Gassman, Stefanía Sandrelli, Giancarlo Giannini.
Otra lección de gran cine del maestro Ettore Scola (El baile, La noche de Varennes, Nos amábamos tanto, Una jornada particular). Se trata de una película coral con un restaurante romano como único escenario. Flora (Fanny Ardant), la comprensiva y aparentemente relajada dueña, da la bienvenida a una serie de clientes que, mientras comen y beben, van revelándonos conflictos de muy diversa índole: desde el profesor de filosofía (Giancarlo Giannini) que desea librarse de alumna con la que mantiene un romance secreto hasta la madre mundana y frívola (Stefanía Sandrelli) que se niega a aceptar que su desea quiera ser novica en un convento. En su penúltima aparición en el cine, Vittorio Gassman interpreta a un intelectual que mira la vida pasar desde las barreras. La cámara se mueve constantemente de una mesa a otra, a veces deteniéndose, a veces pasando rápidamente y captando una expresión fugaz o una frase dicha al vuelo. A pesar de la abundancia de personajes, es una película íntima y que deja en el espectador una agradable sensación de calidez humana y el deseo de volverla a ver pronto. Aquí, la maravillosa secuencia final, cuando el restaurante deja de brindar servicio, unos pocos habituales se quedan a jugar a las cartas con la dueña y algunos empleados, y una pareja de turistas japoneses, con su hijo fanático de los videojuegos, sale a la calle a tomar un taxi:
Il bidone (Italia-Francia, 1955) Dirección: Federico Fellini. Intérpretes: Broderick Crawford, Richard Basehart, Franco Fabrizi, Giulietta Massina.
Más cerca de la estética neorrealista que del peculiar estilo que Federico Fellini desarrolló a partir de La dolce vita, este filme narra las andanzas de una banda de estafadores que poca monta que se aprovecha de la ingenuidad de los campesinos para robarles y sobrevivir. A pesar de algunos toques melodramáticos, es una obra conmovedora sobre las contradicciones de la naturaleza humana y la capacidad de redención. La actuación de Broderick Crawford es uno de los pilares que sostiene la película. Richard Basehart, brillante como era habitual en él. Giulietta Massina ofrece una interpretación con recursos muy diferentes a los que había usado un año antes en La Strada, optando por luna contención y una sobriedad de gran eficacia dramática.
Fama (Estados Unidos, 1980) Dirección: Alan Parker. Intérpretes: Irene Cara, Lee Curreri, Maureen Teefy, Barry Miller.
Aunque hoy cause estupor, la New York City High School for the Performing Arts de Manhattan se negó a que Alan Parker rodara este filme en sus instalaciones. Paradójicamente, hoy todo el mundo conoce esa institución gracias a esta historia que nos muestra la vida de un grupo de estudiantes de arte desde que asisten a las pruebas de admisión hasta la noche en que realizan su gala de graduados. Este filme no ha perdido ni una pizca de su poder de seducción. A veintisiete años de su estreno, continúa impactando por el magistral manejo de la elipsis, la frescura de sus interpretaciones y su estilo fotográfico y de montaje que remeda, en algunas secuencias, el cinema verité. Un clásico renovador del cine musical estadounidense. Vean la famosa secuencia del “Hot Lunch”:
El arco (Corea del Sur, 2005) Dirección: Ki-duk Kim. Intérpretes: Yeo-reum Han, Seong-hwang Jeon, Si-jeok Seo.
Las películas del director coreano Ki-duk Kim se distinguen por la economía narrativa, la concisión y originalidad de sus tramas, la profundidad de sus personajes y el esteticismo de la fotografía y la puesta en escena. El arco no es una excepción. Esta inquietante historia presenta la relación entre un hombre de más de 60 años que ha vivido con una niña en una patana, en medio del mar, durante muchos años. Sólo espera que la jovencita cumpla 17 años para casarse con ella. Pero la llegada de un estudiante da al traste con su plan. Seong-hwang Jeon brinda una interpretación magistral como el anciano, en el que se entremezclan los sentimientos paternos y amorosos, y que predice el futuro lanzando flechas contra su barco, mientras la muchacha se mece en un columpio y pone en riesgo su vida. Al igual que en Samaritan Girl, la joven Yeo-reum Han sorprende gratamente al delinear un personaje misterioso e ingenuo, que queda en el recuerdo. Toda una exquisitez oriental. A continuación, el tráiler:
Con Sergei Paradjanov sucede lo mismo que con el buen vino: mientras más tiempo pasa, se disfruta con mayor fruición. Este realizador armenio se ha ido convirtiendo en un clásico del cine de todos los tiempos. Sus propuestas tienen un sello sumamente original, que las hace reconocibles de inmediato. Por su acentuado carácter pictórico y su uso de las tradiciones folclóricas, esta adaptación de un "cuento oriental" de Lermontov es un deleite para los sentidos y el corazón. La película narra las aventuras y desventuras de un humilde bardo Ashik Kerib (Yuri Mgoyan) que, al no poder desposar a la hija de un pachá, sale al mundo en busca de fortuna. Saber que este gran realizador estuvo encarcelado y que se le impidió hacer cine durante largos años, nos hace pensar en cuántas obras suyas, tan fascinantes como esta, pudieron haberse materializado y, sin embargo, quedaron sólo en proyectos.
Espíritu burlón (Inglaterra, 1945) Dirección: David Lean. Intérpretes: Rex Harrison, Constance Cummings, Kay Hammond, Margaret Rutherford.
Esta deliciosa comedia, escrita por Noel Coward, narra las peripecias de Charles Condomine (Rex Harrison), un escritor que tiene que lidiar con dos esposas que rivalizan entre sí: una de ellas, Ruth (Constance Cummings), de carne y hueso; la otra, Elvira (Kay Hammond), un espectro que se materializa durante una sesión de espiritismo. Margaret Rutherford se luce en el excéntrico personaje de la médium Madame Arcati. Diálogos chispeantes, situaciones ingeniosas, un ritmo indetenible y un technicolor con agradables tonalidades pastel. Los efectos especiales recibieron un Oscar. Sin duda alguna, un clásico de la comedia británica. A continuación, el tráiler original: